EL CASTILLO DE MESONES DE ISUELA. ARTÍCULO DE ELOY MORERA GRACIA

Recreación del abrevadero y lavadero de la calle Herrería de Mesones, que fue una de las zonas más importantes del pueblo, al fondo su castillo. Ya sabemos que hace unos 25-30 años desapareció para poner una caseta de telefónica. Autor: Eloy Morera Gracia.

Incluyo en este blog un artículo de Eloy Morera (siempre promocionando Mesones y su castillo; además, con un fantástico dibujo, como acostumbra) en donde de forma breve y sencilla (como debe ser todo) nos habla un poco del objeto de su libro, "El castillo de Mesones. Un camino hacia el interior". Aunque lo ideal sería leer su novela, porque nos hemos dado cuenta que ahí está verdaderamente la "esencia" de este castillo.

AVISO, ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS

Todo aquel que no haya leído el libro de Eloy Morera “El castillo de Mesones. Un camino hacia el interior”, que NO LEA este artículo.

 EL CASTILLO DE MESONES DE ISUELA

 

El impresionante castillo zaragozano de Mesones de Isuela aún posee el poder de evocarnos la Edad Media. Sin embargo, su titánica construcción sigue siendo un misterio.


En principio, la historia de esta fortaleza es bien conocida, y nos lleva al turbulento siglo XIV. Las obras comenzaron en la década de 1370 a cargo del célebre don Lope Fernández de Luna, poderoso prelado que también destacó por sus servicios militares, defendiendo la frontera aragonesa durante la Guerra de los Dos Pedros. ¿Cuál era la intención del arzobispo? parece obvio: levantar un enorme castillo-palacio que, al mismo tiempo que defendía el valle del Isuela frente a posibles internadas castellanas, le sirviese de residencia privada. Pero don Lope nunca llegaría a alojarse allí, pues murió en 1382. Y muerto el mecenas, se detuvo la obra del enorme castillo,  quedando inconcluso hasta hoy.


No es verdad. O al menos, no es toda la verdad: en Mesones hay mucho más… Pero para reconstruir Mesones antes debemos de-construir cuanto creemos saber del castillo, piedra a piedra y palabra a palabra.


La obra del Castillo de Mesones sobrecoge por su monumentalidad. Quienes acometieron su construcción diseñaron una fortaleza de estilo Felipe Augusto, es decir: de planta perfectamente regular, con un patio de armas central y con torres en los ángulos. Ahora bien, ¡lo levantaron en lo alto de un roquedo! Lejos de adaptar la planta a la irregularidad del espolón, hubieron de adaptar dicho terreno a las condiciones del castillo. Y para ello, fue preciso desmontar parte del roquedo, que utilizaron para fabricar los sillares. Aún se ven marcas de extracción por todo el entorno del promontorio. A diferencia de lo que se ha dicho, la piedra de Mesones no se trajo de Morata; la obtuvieron in situconvertieron un risco en el pedestal de una magnífica fortaleza. Aquellos canteros, en fin, cambiaron el paisaje de Mesones. Y cabe preguntarse, ¿con qué fin? ¿Para defender la frontera? Hacía un año que había terminado la Guerra de los Dos Pedros. ¿Por qué levantan el más grande de los castillos de aquella época cuando ya no había tanto peligro de ataque?


Hay una circunstancia que llama especialmente la atención. Cuando se asienta un castillo en lo alto de un cerro se hace con la intención de limitar los accesos y facilitar la defensa del recinto. Mesones, sin embargo, lo construyeron sobre un roquedo en el que luego labraron un ancho camino de subida. Resulta contradictorio. 





Otro misterio es el de las saeteras. Abrieron potentes saeteras con capacidad para dos ballesteros cada una, pero ninguna defiende la puerta. Es más, alguna de ellas quedó parcialmente anulada al montarse encima los muros medianeros que dividen las estancias.




Saetera

Saeteras inutilizadas

Y todavía hay más misterios. Así, hallamos un enorme espacio ubicado al sur, entre dos torres perimetrales, y desde el que se puede entrar a las dos torres. De nuevo, en vez de limitar los accesos, se posibilita la vulnerabilidad de las estructuras defensivas. 




Terraza que da acceso a las dos torres. Abrieron una puerta en el muro sur para salir a la terraza desde el patio de armas y una ventana geminada en la sala trapezoidal. La ventana se convirtió en puerta posteriormente, al igual que la del salón palaciego.


Para terminar, existe una segunda puerta orientada hacia el Moncayo que, a pesar de disponer de doble arco, rastrillo metálico y seguro, ¡se abre al vacío!



Puerta elevada 


La explicación a tales contradicciones es obvia. A diferencia de lo que siempre se ha pensado, no nos hallamos ante una obra unitaria. En Mesones no sólo vemos un castillo, sino dos.


El primero, de buena piedra sillar y brillante ejecución, era de carácter estrictamente militar. A esta fortaleza, y siguiendo una práctica habitual durante la Edad Media, se accedía por una puerta elevada, a la que sólo se podía llegar a través de una rampa sobre la que se descolgaba el puente levadizo. ¡No es casualidad que esta puerta, hoy sin sentido aparente, se encuentre flanqueada por las dos torres más potentes del castillo! Por supuesto, en este primer momento no existía la puerta meridional, por la que se entra hoy, ni tampoco el camino que asciende hacia ella. Allí el risco caía a pico, y por ello no se precisó de saeteras de defensa en esta parte.



Recreación de la puerta levadiza del castillo de Mesones. Autor: Eloy Morera

El segundo castillo, por el contrario, es fruto de una serie de remodelaciones posteriores. Claramente, estas reformas se ejecutaron por otros constructores de otra época y con distintos fines, pues trabajaron con peores materiales y los dispusieron de forma menos ingeniera. Además, al modificar la primera construcción restaron eficacia a la potencia militar del primer castillo. Fueron estos nuevos trabajadores, por ejemplo, los que crearon un espacio nuevo entre dos de las torres perimetrales, las cuales agujerearon para improvisar los accesos. Fueron ellos los que abrieron una nueva puerta en la muralla y el camino que lleva a ella, y por el que seguimos hoy accediendo a la fortaleza. Y también fueron ellos los que alteraron la distribución original de los espacios, levantando nuevos muros medianeros que montaron encima de las saeteras. Si antes se encontraba una saetera en el centro de cada estancia, poniendo de manifiesto el carácter defensivo de esta distribución de espacios, ahora se obvió por completo su existencia.







No parece difícil reconocer al autor de esta segunda construcción, pues aún puede verse su escudo heráldico en las dovelas y ménsulas asociadas a estas reformas. En consecuencia, ni fue don Lope el único constructor del castillo, ni pertenece enteramente a su época, ni duró doce años la construcción, ni tampoco es Mesones un “palacio-fortaleza”. Lo que hizo el arzobispo de Zaragoza, don Lope Fernández de Luna, fue intervenir un castillo anterior para adecuarlo a sus intereses… ¡Y por supuesto, no tuvo reparo en limitar la efectividad militar del recinto porque, como hemos dicho, en la década de 1370 ya no había peligro militar en la frontera del Isuela!




Escudo de D. Lope

Ahora bien; si don Lope trabajó sobre una obra que ya existía, ¿quieres fueron los autores de aquél titánico primer castillo, enclavado en mitad del recóndito valle del Isuela? La pregunta sigue siendo un misterio, pero algunos indicios materiales y documentales nos abren camino hacia una historia que permanece en la bruma


Hemos de remontarnos más atrás en el tiempo, al año 1173. En aquél momento, Sancha de Aviego, última de la familia de los Linaza, entregó la tierra de Mesones a la orden de los caballeros templarios. Un siglo después, otro documento fechado en 1266 nos informa de que el rey Jaime I entregó la mitad del castillo de Mesones a una rama de la familia de los Luna. Precisamente, es así como llega el castillo a manos de don Lope, perteneciente a esta misma rama, la de los Fernández de Luna. Pero lo que parece revelar ese documento es que, a la altura de 1266, el castillo de Mesones ya existía, ¡Más de un siglo antes de don Lope! Y por aquél entonces, los templarios seguían siendo dueños de Mesones…




Este documento del año 1266,  sitúa al castillo de Mesones más de un siglo antes de lo que hasta ahora se creía. Los expertos no conocían este documento, espero que lo estudien y pongan al castillo de Mesones donde se merece.


Imaginemos por un momento esta opción. Sin duda, estamos ante una impresionante fortaleza templaria del siglo XIII. Lo cierto es que, al ver Mesones, con sus robustas torres de planta octogonal, con sus altas murallas y sus impresionantes alambores, uno se siente inclinado a compararla con aquellas imponentes fortalezas que las órdenes militares levantaron en Palestina Como el Crac de los Caballeros.


Mesones sería, poéticamente, el Crac de Aragón.




Recreación del castillo templario de Mesones de Isuela. Autor: Eloy Morera


Autor del artículo: Eloy Morera Gracia.

Comentarios

  1. Veo que aquí Eloy solo habla de unas pocas pruebas de que este castillo lo hicieron los templarios. Está claro que no tenía más espacio para poner nada más . Vemos que es un art. muy resumido. Si pone todas las que has publicado en este blog (cientos ya) no hubiera sido ya un artículo que lo pueda leer sin cansarse todo el mundo, sino todo un libro. Aunque solo con esto, nadie podría decir nunca que no es un castillo templario, o le pondrían ya algún adjetivo muy negativo. Como ya dije, el silencio será siempre el mejor aliado de ese nadie.

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